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Todas las carreras que hay en una carrera

Trail y Vida es la sección de Territorio Trail Media en la que Irene De Haro comparte su visión más íntima y particular del trailrunning.

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Por Irene De Haro, colaboradora de Territorio Trail Media

Te haces con un dorsal para una gran carrera y desde ese mismo momento emprendes lo que yo llamo la carrera B: la de la preparación. Esa que te lleva día a día a acercarte a tu objetivo. En ella toman parte muchas situaciones. Por supuesto cada entrenamiento. Desde el día en que tienes tu dorsal, cada esfuerzo, cada resolución tomada, te encamina a la línea de salida de tu reto. Así, si en un momento dado algo te supone un esfuerzo, traducirlo a un paso más hacia tu sueño, te ayuda a asumirlo.

Pero en la carrera b también se cruzan las miserias de la vida que tratan de interceptarte. Tú, como un jugador de rugby, te vas zafando uno a uno de los placadores metafóricos que se te cruzan. Así, una comunión mal ubicada, una boda de un primo lejano que te invita y que te pone en un brete, o ese conocido oportuno que te pide que lo recojas del aeropuerto justo ese día (y mira que había días, pero ha caído justo ese). Te imaginas a ti mismo, con cara de pringado, en una terminal de aeropuerto, vestido de paisano, dejando pasar el hecho de que querías estar en una línea de salida. Que lo soñabas. Pero ese conocido oportuno te ha placado. Se ha cruzado en la deriva de tu sueño.

Si has conseguido llegar hasta las dos semanas antes, un compromiso laboral inesperado puede cernirse. Digamos que tu empresa cuente contigo para un evento que no estaba en agenda, y al que ya te ves abocado. Se cae todo tu entrenamiento y toda tu preparación, y prevalece la permanencia en el puesto de trabajo, obligatoria e ineludible…

Pero digamos que la casualidad hace que los astros se alineen y driblas el placaje. Digamos que sigues jugando. Digamos que ya es lunes y que correrás el sábado. Digamos que ese día trabajas mañana y tarde y que te das cuenta de que algo te ha sentado mal, a pesar de haber escogido con escrúpulo tu dieta. Tienes diarrea y un fuerte dolor abdominal. Pero digamos que consigues “soltar lastre” y al día siguiente te encuentras bien. Digamos que es martes. Que correrás el sábado. Digamos que ese martes te preparas tu desayuno y que, no sabes cómo, el café que hierve en tu taza cae sobre ti. Ahora estás abrasado. Te limpias bajo el agua. Te pones hielo y maldices tu estampa. ¿Me saldrá ampolla? ¿Será grave? Al rato sientes la piel escocida, pero no dañada. Parece que sigues jugando. Pero solo es martes…

En fin, todo un entramado de miserias cotidianas que de repente eliminan tus opciones. Llega el TP60 del Gran Trail Peñalara, con el que sueño desde que TT tuvo a bien gestionarme un dorsal. He entrenado, he cuidado mi alimentación, la suerte me ha evitado distintas cribas…  ¿Qué sucederá? Solo pido llegar a la línea de salida. Para desear llegar a la línea de meta, ya solo restarán 65 kilómetros. Y eso a estas alturas, me parece lo de menos.

 

 

 

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