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La Sonrisa de Rafa, una cita que debería ser obligatoria

El resultado es una carrera que se asienta en su quinta edición y que nos ha enamorado desde el primer minuto: con sus gentes,  con su alegría, con su postcarrera repleta de viandas, música y hermandad (una hermandad única, verdadera y emocionante), en un pueblo pequeño que es enorme, donde no se cabía y que supo acogernos a todos en las entretelas de su corazón.

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Texto: Irene De Haro

La cita con La sonrisa de Rafa (Berrocal, Huelva), debería ser obligatoria.

La carrera, en cuanto al recorrido que ofrece, podrá gustar más o menos. La sierra donde se celebra es la que es,  y los paisajes… pues los que da la tierra. Y, sinceramente, desde mi punto de vista son hermosos y llenos de estampas ante las que uno pierde el habla. Pero no es una sierra inmensa, ni grandiosa, no subyugante. Es una sierra bella. Que te recoge y te invita a correrla con gusto.

Pero además, esta cita tiene algo que va mucho más allá: la gente.

En la edición anterior ya dijimos cuál es el leitmotiv de la reunión: la memoria del niño Rafa, que por desgracia fallece víctima de un cáncer infantil. A partir de ahí, con esta circunstancia como revulsivo, la vida nos muestra que la gente verdaderamente buena existe: se unen un padre y una madre (Rafa e Isabel) con todo un pueblo,  que no se resignan a que la enfermedad les gane la partida y luchan contra ella. Bajo el manto del recuerdo, rinden un homenaje a su hijo cristalizado en el amor del niño por la montaña y por el deporte. Con estos ingredientes construyen una cita llamada “trail” y la convierten en fiesta. Y nos llaman a todos los demás. Y nos preguntan que si queremos formar parte de esta lucha contra la maldita enfermedad, recaudando fondos, visibilizando y corriendo. Por Rafa. Y por todos sus compañeros. Y por nosotros mismos, que algún día, quién lo sabe, podemos estar en el otro lado de la película…

El resultado es una carrera que se asienta en su quinta edición y que nos ha enamorado desde el primer minuto: con sus gentes,  con su alegría, con su postcarrera repleta de viandas, música y hermandad (una hermandad única, verdadera y emocionante), en un pueblo pequeño que es enorme, donde no se cabía y que supo acogernos a todos en las entretelas de su corazón.

El pequeño Rafa se nos hizo presente en cada zancada, en cada compás de nuestra respiración, y, cómo no, en cada sonrisa. Y fueron muchas.

 

 

2 Comentarios
  1. Juan Pérez dice

    Gracias Irene por venir.

    Gracias por plasmar en texto los sentimientos que se viven cada tercer sábado de Enero.

    Hoy estamos todos algo melancólicos pensando en la próxima edición.

    1. Irene dice

      Sois lo mejor del mundo. Un abrazo muy grande.

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